Nos vamos a la montaña. Simón ? intenta esconderse bajo la furgo … «No hay escapatoria Orejas, hoy toca montañita»
Desde Aísa (donde hemos disfrutado del día de mercado) nos adentramos en el valle por una carretera unos 4 kms hasta llegar a una cancela donde dejaremos aparcada la autocaravana. Pero antes dejamos colocaditas unas buenas piedras tras las ruedas ya que no queremos tener que volver a pie con el disgusto…
Realizaremos la ruta circular a pie del puerto de Aísa que asciende hasta el Circo de Igüer y baja por el GR-11.1 junto al barranco del Riguelo. Un recorrido sencillo con unos 200 m de desnivel y que se puede completar en unas 2 horas. Nosotros vamos sin prisa, vamos a gozarlo.
Tras cruzar la cancela nos alerta el sonido de abundante agua corriendo, ¿será que hay alguna poza digna de un chapuzón? Y tanto que sí. Desviándonos pocos metros del camino encontramos las pozas del Igüer. Se trata de unas piscinas naturales perfectas para un refrescante baño, lo mejor para estimular la circulación antes de una rutita de montaña. Nos relajamos ante tanta hermosura y por un momento hasta nos olvidamos del plan montañero que teníamos. Hubiésemos pensado que el lugar estaba encantado de no ser porque nos percatamos que junto a la poza crecía una carlina o eguzkilore que la protegía de cualquier encantamiento.
Tras volver al sendero inicial, ascendemos por una pista forestal hasta que llegamos a una enorme pradera donde las vacas disfrutan a lo grande. Al ver estos animalillos felices en libertad sólo podemos pensar lo bien que sabría un chuletoncito a la brasa… ¿habremos almorzado suficiente?
Las vacas saben que aquí tienen prioridad así que si quieres pasar tienes dos opciones: esperar a que se aparten cuando se agote la hierba o buscar un camino alternativo. Al ver unos monstruosos machos de raza charolesa decidimos que apartarlos sería una dura tarea. Así que la decisión final fue bordear uno de los numerosos riachuelos que fragmentan el verde pastizal (hemos de confesar que las vacas nos dan bastante respeto).
Durante todo el recorrido nos sobrevuela atento un alimoche. Debe disfrutar de unas vistas espectaculares desde allá arriba. Siguiendo su rastro nos percatamos que teníamos más espectadores: subidas a una roca, junto a una ladera, nos miran dos cabras montesas, madre e hija. Se sentirían a salvo, seguras de que a esa roca no podríamos subir, sobre todo viendo la esbeltez de nuestro amigo Simón ?
Llegamos al circo glaciar de Igüer y nos quedamos perplejos ante la inmensidad de esta formación geológica. Unas gigantescas paredes que encierran un semicírculo que invita a reflexionar sobre lo pequeño de nuestra existencia… «¡Killo espabila que tenemos que regresar antes de que anochezca!» Se acabó el momento filosófico.
El regreso lo hacemos a través del GR-11.1 que tiene forma de caminito de cabras, seguramente porque al marcar este itinerario se aprovecharon estas sendas naturales. Vamos viendo el valle desde el costado contrario por el que ascendimos. El sol va cayendo y la luz nos regala un paisaje espectacular. Entre el verde intenso del pasto resalta el azulado de los cardos con aspecto casi fosforescente.
De vuelta en el llano volvemos a cruzarnos con las vacas. Otra vez nos toca esperar a que pasen como si de un semáforo se tratase. Ya se marchan. Persiguen el sonido del cencerro de la más responsable que ya sabe que es la hora de buscar refugio antes de que les sorprenda la oscuridad.
Pese a estar en plenas fechas estivales no nos cruzamos con ningún otro senderista ¿No se habrán enterado de esta maravillosa ruta? ¿O es que también les darán miedo las vacas?
Javi
at 9:40 pmMuchas gracias por la recomendación. Una duda, teníamos previsto hacer esta ruta pero mirando las carretera por el Street View veo que el parking es pequeño, la carretera se corta en la cancela, es estrecha, y al lado hay un barranco Si no hay sitio para aparcar, ? hay problemas para dar media vuelta con la AC (7 metros)? Gracias.