Nuestros amigos de Artieda lo tienen claro al recomendarnos un lugar en los Pirineos que no nos podemos perder: el Valle de Hecho. Y qué mejor forma de conocerlo que realizando una actividad de canyoning o barranquismo con Val d’Echo activa que nos llevará a descubrir las entrañas de este valle dejándonos empujar por las aguas del río Aragón Subordán a su paso por el cañón de la Boca del Infierno… ¿Acojona no? La verdad es que nos viene al pelo ya que después de algunos días bastante tranquilos nuestros cuerpos nos piden marchita de la buena.
Marta, la encargada de esta empresa especialista en deportes de montaña, nos recibe amablemente en sus oficinas en Echo y nos cuenta las características de esta actividad. Todo pinta muy bien aunque a un servidor le preocupa el tema de las caídas libres desde mucha altura. No habrá problema, nos dice que esta actividad es apta para todos los públicos, hasta los más caguetas.
El lugar de quedada es en el bar del Centro de Interpretación que se encuentra en la antigua casa del forestal de la carretera que sube al Espacio Natural de Selva de Oza. Puntualmente llega nuestro guía Patxi, su aspecto de montañero experimentado nos tranquiliza. Nos deja cascos y unos trajes de neopreno para que vayamos protegidos y no muramos de frío en el agua.
Preparados… listos… ¡yaaaaa!
Un poco más arriba comienza la ruta. Bajamos el terraplén hasta llegar a las rocas del río y nos da algunas lecciones de seguridad: cómo debemos andar para no resbalar o cómo dejarnos flotar para no hacernos daño. Por ahora todo parece sencillo. Hace un buen día de sol, una temperatura veraniega y el baño en las frías aguas de momento parece agradable. Durante gran parte del recorrido vamos andando entre las piedras, agarrándonos con las manos donde podemos y dejándonos flotar en las zonas donde el agua nos cubre y tiene más fuerza. Esta tranquilidad nos permite mirar hacia arriba, a lo largo de las paredes del cañón. El trocito de cielo que vemos es surcado por algún que otro buitre… ¿estarán esperando algo en concreto?
Lo complicado llega en los saltos de agua pero con Patxi no hay ningún problema ya que estudia las posibilidades y toma diferentes decisiones. En una ocasión monta una cuerda a modo de ascensor para dejarnos caer lentamente desde una altura de 10 metros (lo que viene siendo convertirse en un saco de papas). En otra crea una minitirolina para transportarnos a una poza a la que hacía falta algo de precisión en el salto. La verdad que con todas estas facilidades no hay lugar para la preocupación ya que ponen un deporte bastante técnico al nivel de cada participante, así nadie tiene que privarse de disfrutar de esta experiencia.
Después de un par de horas descendiendo por el río llegamos al final. Han sido unas horas de risas y gritos provocados por la adrenalina que corría por nuestras venas. Se han cumplido nuestras expectativas: ¡lo hemos pasado en grande!
Ahora solo queda volver al bar de la antigua casa del forestal para devolver el material, secarnos y… STOP: en la puerta del bar una pizarra reza «Especialidad en huevos rotos con chistorra»… ahora sí que ya tenemos la mañana hecha.
Para pasar la digestión subimos a la Selva de Oza en autocaravana, donde un frondoso bosque nos permitirá colocar las hamacas y pasar un buen ratito de lectura a la sombra. En este enclave se encuentra el Parque de Arborismo donde tirolinas, pasarelas y puentes colgantes ofrecen una divertida tarde para todas las edades. Por si fuera poco aquí el río ofrece un remanso que muchos aprovechan a modo de mini playa para tomarse un respiro entre tanta aventura.
En el parking de Selva de Oza no está permitido pernoctar con la autocaravana así que si estás por allí puedes alojarte en alguno de los campings que hay por la zona o buscar un hueco por los alrededores de los pueblos del valle. Cualquier opción es buena, lo que tenemos claro es que aún queremos disfrutar un día más de este enclave.
A la mañana siguiente nos disponemos a ejercitar las piernas. Llevamos varios días queriendo bajar las bicis del portabicis y darles uso y por fin ha llegado la ocasión perfecta. Un poco más arriba, continuando el camino que pasa por la Selva de Oza, encontramos otro parking del que salen varias rutas de btt muy interesantes. Un chico nos recomienda hacer el sendero de Aguas Tuertas que son 8 kilómetros de subida por un camino bastante firme aunque acumula un buen desnivel que casi nos hace desfallecer.
Al llegar a las praderas de Aguas Tuertas nos quedamos impresionados por la belleza del paisaje. Casi nos dan ganas de tirar las bicis y correr por el verde pasto cual Heidi en sus tiempos mozos. Pero tenemos una reputación y debemos mantener el tipo.
Los tortuosos meandros del riachuelo, las cascadas, pozas y un curioso dolmen nos entretienen hasta que decidimos finalizar la visita y poner rumbo de nuevo hacia el parking. Ahora con la fortuna de que es todo cuesta abajo… ¡¡¡Jerónimoooooooooo!!!
Silvia
at 8:26 amAguas tuertas está en nuestro top five! Lo vinos y recorrimos por primera vez cuando ibamos con mochila y tienda de campaña en nuestra época scout. Y allí está desde entonces, uno de los lugares más bonitos que conocemos.
Vanwoow
at 10:52 am¡Hola Silvia!
Es precioso, ¿verdad? Es uno de esos lugares que vale la pena descubrir 🙂
Isaac
at 4:53 pmLo descubrí con mochila hará 15 años y me dejo alucinando. Este verano volveré, gratos recuerdos me traen ese valle ????