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Viviendo experiencias en Villores: alpargatas y miel

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Aunque para abordar este viaje hemos pasado bastante tiempo documentándonos y preparando las visitas, tenemos que reconocer que las mejores experiencias las estamos encontrando mediante las conversaciones que mantenemos con los vecinos que vamos encontrando.

Tesa, una de las participantes al curso de fotografía en La Pastora, nos recomienda un pueblecito por el que no podemos pasar de largo. Nos cuenta que no es porque sea su pueblo natal, sino porque Villores es un pueblo que todo el mundo debería visitar alguna vez en la vida.

Panorámica de Villores
Panorámica de Villores
Villores
Villores

Seguro que no habíais oído hablar antes de este pequeño pueblo del interior de Castellón ya que no es tan conocido como su vecina Morella. Pero hay que decir que a falta de patrimonio arquitectónico le sobra la calidad de sus habitantes: humildes e incansables trabajadores que pararan su mundo para tener una relajada y agradable conversación con el visitante que se preste.

Las últimas alpargateras de Villores

Es así como conocemos a Ana y María, las últimas alpargateras de Villores donde se han estado confeccionando desde hace varios cientos de años. Nos invitan a pasar a la entrada de su casa, convertida en improvisado taller. Aquí nos reciben con un amistoso saludo pero sin parar de mover esa afilada aguja entre sus dedos mientras perfora la dura pieza de tela que unen a la suela de fibra vegetal.

Ana y María, las últimas alpargateras de Villores
Ana y María, las últimas alpargateras de Villores

Nos explican sonrientes todos los inconvenientes de este duro trabajo, duro y mal pagado, pero que ellas realizan orgullosas porque lo dominan a la perfección, casi con precisión cirujana. Saben que este oficio terminará cuando la más joven de ellas cuelgue definitivamente las agujas. Pero hasta entonces bajarán todas las tardes a sentarse y confeccionar cientos de pares de alpargatas. Aunque pudiera parecerlo, no nos tratan como dos extraños que les han invadido su espacio, nos hacen sentir como en casa, conversan con nosotros con cariño y entusiasmo como si de un familiar de visita se tratase.

Descubriendo la apicultura

Felices y emocionados por vivir esta experiencia nos dirigimos al bar del pueblo, donde hemos quedado con Chema de Apivillores para que nos enseñe el mundo de la apicultura desde dentro. Tan adentro que nos vestirá de astronauta apicultor para que vivamos en primera persona todas las peculiaridades de este oficio. Y nos enseña lo que es la miel, cómo y dónde se hace. Por qué se comportan así las abejas o por qué hay mieles de un tipo y otro de otras. Por qué hay mieles buenas y mieles que no lo son tanto. Nos enseña a valorar la miel, a valorar lo que cuesta producir cada tarrito, a él y al millar de amiguillas aladas que trabajan sin descanso, como buenas vecinas de Villores.

Descubriendo la apicultura en Villores
Descubriendo la apicultura en Villores

En la calle donde aparcamos (y creo que en el resto del pueblo también) ya nos conocen por los de la autocaravana. Cuando íbamos a recogernos para cenar nos hemos encontrado un grupo abuelos y abuelas que reían mientras vareaban un ciruelo y recogían entusiasmados las frutas del suelo. Al percatarse de nuestra presencia vienen corriendo a mostrarnos su tesoro y a compartirlo con nosotros. Deliciosas. Un poco más tarde, se recogen los últimos niños que quedaban jugando por la calle a la pelota. Conforme van pasando por las distintas casas van dando las buenas noches. Al pasar por nuestra autocaravana también nos la dan. Para ellos ya somos vecinos de Villores.

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